La calcificación en el talón necesita de un diagnóstico certero y un tratamiento acorde a dicho diagnóstico realizado. Esta afirmación tan elocuente y aparentemente lógica y sencilla, es altamente complicada de realizar en una patología que puede llegar a tener hasta 10 diagnósticos diferenciales, es decir, hasta 10 patologías parecidas a ella pero que no son exactamente iguales y que por tanto, requieren de un tratamiento completamente diferente.
Si nos ceñimos a la patología descrita en sí, es decir, calcificación en el talón, esta calcificación puede estar localizada en la región plantar del pie (y comúnmente llamarse espolón calcáneo), o en la región posterior del talón (lo que en terminología médica se conoce como Haglund). En caso de que sea la primera de las cosas, que se diagnostica mediante una placa radiográfica (RX) en visión lateral (LAT) en carga y sin corrección, no es necesario hacer ningún tratamiento, pues el espolón calcáneo NO es causa de dolor, puesto que existe mucho tejido plantar entre el suelo y dicho espolón, que además crece longitudinal hacia delante, y no hacia plantar, y por tanto no se puede "clavar" contra nada.
Si estos pacientes tienen dolor en el talón, aunque en la RX aparezca dicha calcificación, el dolor habrá que averiguar de donde procede, pues como se ha comentado en la introducción de este artículo, hay hasta 10 patologías que dan dolor en el talón. En caso de que la calcificación esté por detrás del talón, ello también puede ser diagnosticado mediante una RX LAT en carga y sin corrección. Se apreciará un exceso de hueso colindando con el tendón de Aquiles. Este tipo de pacientes suelen presentar rojez o irritación en la piel de la zona, y el roce con el zapato ya les causa dolor. La fricción de tres objetos duros entre sí, esto es, el tendón de Aquiles, el reborde óseo del calcáneo prominente y el contrafuerte del zapato, hacen la situación perfecta para que se desarrolle el Haglund.
Para estos pacientes, una solución paliativa sería la aplicación de frío tópico local, para disminuir la inflamación y el dolor, así como calzados con contrafuertes flexibles, amplios y curvos. Una plantilla ortopédica a medida que cambie la zona de roce del tendón puede ser otra buena solución. En caso de que la patología persista, habría que pensar en soluciones más agresivas.