Los grandes avances tecnológicos y la investigación en ciertos campos han permitido que determinados objetos y productos dañinos para la salud dejen de utilizarse. Sin embargo, es curioso como uno de los más criticados, tanto por expertos como por el boca a boca en la calle, los bastoncillos de los oídos, sigan sobreviviendo con el paso de los años a todas las críticas.
En realidad tenemos que ser tajantes respecto a esta cuestión. Ya es hora de desterrarlos por muy simpáticos que te caigan o por mucha pena que te den. Y es que pueden resultar muy peligrosos para la salud del oído, así que basta con saber cómo limpiarlos sin utilizarlos y dejarlos para otros usos que nada tienen que ver con los oídos.
Los bastoncillos, además de que no limpian, suelen incluso meter la cera más al fondo del oído, que al tratarse de una zona muy sensible, puede sufrir graves daños si se percute mucho y mal con estos artilugios. Por eso, es conveniente ir siempre con mucho cuidado al limpiar la zona.
En primer lugar, lo mejor es limpiar muy bien la parte exterior, la oreja. Es una extremidad que tiene una curiosa forma repleta de pliegues en los que se suele acumular la suciedad. Lo mejor es aprovechar la ducha diaria aprovechar el agua y con un poco de jabón profundizar bien en todos ellos, sin tocar en ningún momento la parte interna del oído. No es necesario usar ni esponja ni nada; simplemente un dedo es seguramente la mejor herramienta para limpiar la parte exterior de la oreja, incluyendo eso sí el orificio auditivo. Eso sí, a medida que te aproximas a él, hay que ser mucho más cuidadoso.
La parte interna del oído jamás se toca. Cualquier otorrino prohibirá a sus pacientes introducir nada sólido en este canal para limpiarlo. Si se tapona por exceso de cera, lo mejor es recurrir a algún producto líquido aplicado en forma de gotas que disuelva la suciedad y sobre todo la acumulación de cera, que es la principal causante de que la parte interna del oído esté sucio.
Hay gotas que se venden en la farmacia que suelen ser básicamente suero, aunque también puede valer el agua oxigenada. Lo importante es hacerlo despacio, poco a poco, gota a gota incluso con un dosificador, y en pequeñas cantidades para no inundar el oído y que sea peor el remedio que la enfermedad.
Por último, verás que en pocos minutos la cera se disuelve y empieza a salir al exterior. Debes esperar a que esté en la zona mínimo del orificio externo para retirarla cuidadosamente con una gasa o algo similar.