Es prácticamente imposible escapar en algún momento de la vida de los callos, esas durezas incómodas que aparecen en diferentes extremidades en diferentes circunstancias.
Si los sufres en los pies, pueden acabar siendo muy molestos al andar además de muy poco estéticos. Por ello debes buscar un calzado cómodo que te evite molestias al menos hasta que desaparezcan. Si es verano y puedes llevar los pies al aire mucho mejor.
Recuerda además que un baño en agua caliente y un poco de sal en el que dejar sumergidos los pies unos minutos siempre supondrá un alivio para los dolores que generan. Eso sí, procura secar siempre muy bien la piel. No ayuda en nada a unos callos que seques mal tu piel porque la agrietará más y no curará los callos. Hidrátala y cuando la limpies sécala muy bien.
No obstante existen algunos trucos para acabar con ellos como por ejemplo usar la piedra pómez. Después de remojar los pies tienes que raspar los callos un rato de lado a lado. Hazlo todos los días.
La mezcla de agua y limón es uno de los remedios caseros que puede serte de mucha ayuda. Aplícala en la zona afectada antes de limpiarla con agua. También puedes frotar la zona con una cebolla cortada por la mitad antes de acostarte, un remedio muy avalado por los expertos en este tipo de soluciones; o machacar un diente de ajo y combínalo con aceite de oliva. Frota los callos con la mezcla y tapa la piel para que actúe durante unas horas. Limpias y listo.
Dentro de algunos remedios caseros más recomendados, hay uno eficaz y curioso: los higos, cuyas propiedades antiinflamatorias ayudan mucho a la recuperación. Corta un higo por la mitad y utiliza la pulpa para ponerla sobre los callos. Cuantas más horas le dejes actuar mucho mejor. Después apura la zona con la piedra pómez de la que te hablábamos al principio.
El bicarbonato de sodio mezclado con agua o algunos productos de herbolario pueden ser también eficaces si ninguno de los consejos anteriores surte efecto.