Cuando hablamos de la crisis de 2008 solemos hacer referencia a la económica, pero también se puede decretar el inicio oficial de la gran crisis sexual española. Es precisamente en 2008 cuando un grupo de jóvenes suben a YouTube el primer boom viral de nuestro país, “Contigo no bicho”. En este costumbrista video, que tiene una validez documental incuestionable, un joven se queja amargamente de las situaciones de desigualdad e incluso vejatorias a las que miles de hombres se enfrentan cada fin de semana en las discotecas de la Península. A lo que no hace referencia el pobre Carlos es al primer gran golpe: el hecho de que los tíos pagamos para entrar en las discotecas, mientras que las mujeres entran gratis. ¿Por qué sucede esto?
1. El efecto mosquito
En cualquier discoteca es sencillo observar este fenómeno. Grupos de mujeres se ven rodeados por cientos y cientos de hombres que torpemente intentan perrear a su alrededor. Ellas, una lámpara móvil. Tú, un mosquito dispuesto a seguirlas donde sea. Y claro, en la puerta de una discoteca pasa lo mismo. Si en la fila ves una sola chica que te llame la atención, vas a ir detrás. Y a tirar de tarjeta.
2. Ley de la oferta y la demanda
Básicamente los hombres demandan más chicas, y las mujeres demandan menos babosos por metro cuadrado. Los dueños de las discotecas saben que harías cualquier cosas por estar cerca de mujeres con ganas de fiesta, que quizá se sientan más atractivas que en otros momentos del día, ligeramente borrachas…Vamos, que quizá estén más dispuestas a hablar contigo, besarte o incluso algo más. Y qué son 10 euros sin consumición comparados con esas esas premisas.
3. La crisis de confianza
En la base de la crisis sexual española actual está, claramente, un problema de confianza en el español medio. Existe un miedo al “contigo no, bicho”, y solo ciertos incentivos, como el alcohol, consiguen mover el mercado. Y pagar por entrar en una discoteca nos da la falsa expectativa de que estamos en control, de que va a ser una gran noche.
No deja de ser sexista el hecho de que unos debamos pagar y otras no. La pregunta que también cabría hacerse es: ¿si un club cobrara a las mujeres y los hombres entraran gratis…iría alguna mujer? En definitiva, quizá lo mejor sea intentar evitar estos lugares, porque sigue habiendo algunos –no muchos- que no cobran, o cobran lo mismo independientemente del género. ¿Vosotros qué opináis?