Las comidas procesadas son sabrosas y nos facilitan mucho la vida ya que nos ahorran mucho tiempo pero se han convertido en una de las grandes amenazas de nuestro corazón, además de tener un alto poder de adicción. Se trata de los alimentos precocinados, que a largo plazo van dejando su huella en el organismo, especialmente en el corazón por sus altos contenidos de grasas saturadas, calorías, azúcares, sales, conservantes y su bajo nivel nutritivo.
Una comida procesada es aquella que ha sufrido cambios de su estado natural tras haber pasado por procesos de refinamiento o alteración de su composición, sus nutrientes hasta su elaboración. En estos procesos, los alimentos suelen ganar en sabor, tiempo de conservación, aroma, olor, etc… pero han perdido muchos de nutrientes iniciales como las vitaminas y proteínas. Esos nuevos ingredientes y componentes del alimento procesado, como el azúcar, la sal, los aditivos, sabores artificiales, conservantes, espesantes, aromatizantes, colorantes, emulgentes, grasas trans, etc… les convierten en altamente adictivos y, sino, basta con pensar porqué de repente nos puede surgir la necesidad imperiosa de comernos un bollo o unas patatas fritas en vez de una manzana o un tomate.
Las grasas trans también conocidas como grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas presentes en muchas comidas procesadas como las galletas, los empanados, los congelados, etc… son las causantes de muchas afecciones cardíacas, así como la diabetes y el cáncer.
¿Cuáles son las comidas procesadas más dañinas?
1. Fritos
El hecho de freír los alimentos en aceite hace que su nivel de grasas aumente exponencialmente lo que se convierte en un factor de riesgo de diabetes, además de sobrepeso ya que, además suelen llevar altos niveles de sal, el enemigo número 1 del corazón. Por otro lado, cuando tomamos estos alimentos fuera de casa, son muchas las patatas, calamares, croquetas, empanadillas, palitos de pollo y pescado empanados, etc, que han pasado por el mismo aceite, aceite que frito tras frito tras frito se vuelve cada vez más saturado. Muchos de estos alimentos pueden cocinarse en el horno, como las patatas, los palitos de pollo y pescado o las empanadillas y quedan incluso más ricos que fritos. En cualquier caso siempre es mejor tomarlos en casa y con aceite de oliva que, aunque tiene las mismas grasas, son más saludables que el resto de aceites que pueden utilizar en los restaurantes.
2. Comida rápida
Imaginemos por un momento esa hamburguesa con su queso, su bacon crujiente, su cebolla caramelizada, la salsa barbacoa y el pan tostado por poner un ejemplo o ese sandwich con huevo, queso fundido, su bacon, cebolla frita en suave pan blanco y mayonesa también podría servir. Aunque también podría valer esa porción de lasaña precocinada que tras un minuto en el microondas está lista para comer. Cualquiera deseos tres platos contiene, además de un alto nivel de calorías y grasas saturadas, un ingrediente conocido como glutamato monosódico o de sodio (MSG por sus siglas en inglés), que se usa en vez de la sal común y entre cuyos efectos está el dolor de pecho y las palpitaciones en el corazón, entre otros, por lo que su consumo debe limitarse a contadas ocasiones ya que, además, su valor nutritivo es escaso.
3. Bollería
Además de por la gran cantidad de azúcares y sales que contienen, los bollos y dulces, especialmente los elaborados de forma industrial, contienen muchas grasas trans que son más baratas que las grasas saludables, mantienen el producto más tiempo en buen estado y le confiere una textura mucho más atractiva al paladar, sin embargo son mucho más dañinas ya que aumentan el colesterol dañino y reducen el conocido como colesterol bueno.
4. Carnes procesadas
Aunque hoy en día ya es difícil encontrar carne sin que haya sido sometida a algún tipo de procesamiento, muchas carnes como las hamburguesas y las salchichas han pasado por procesos de elaboración en los que a los desechos de carne con los que se fabrican, añaden saborizantes artificiales, sal, conservantes bajo una presión extrema y calor.
5. Bebidas gasificadas
Colesterol y obesidad están directamente relacionados con las enfermedades cardiacas y los refrescos azucarados son, en gran parte, causantes de que aumenten sus niveles en sangre. Consumir una bebida azucarada a diario, además de todo el peso extra, aumenta en un 20% el riesgo de sufrir un ataque cardiaco, de acuerdo con un estudio de 2012, según el cual no sólo los refrescos azucarados, sino sus versiones “light” también aumentan el riesgo de padecer infartos.
6. Palitos de pollo y pescado
Aunque son muy socorridos, fáciles de preparar y los niños -y no tan niños- los comen sin quejarse, la masa con la que se elaboran los también conocidos como nuggets de pollo o palitos de merluza están hechos con desechos de pollo y pescados con poco valor nutritivo, mucha grasa así como sales añadidas y conservantes. Además contienen un producto químico industrial llamado antiespumantes que está relacionado con los tumores estomacales y con ciertos daños en el ADN humano.
Todo esto no significa que no se pueda tomar alguno de estos alimentos y comidas en alguna ocasión pero siempre siendo conscientes de su alto nivel calórico, su poder adictivo y sus efectos nocivos, directa o indirectamente, en nuestro organismo, especialmente el corazón.
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