Muchas veces nos seguimos planteando el mito de si el olor corporal está directamente relacionado con los alimentos que comemos. Si aplicamos un poco de lógico y otro poco de conocimiento científico, llegaremos a la conclusión de que así es.
Por lo general, si el organismo no sufre grandes cambios en lo que a alimentación se refiere, el olor corporal no se verá afectado. Es un desajuste repentino como un cambio brusco en lo que comemos el que suele tener consecuencias en el olor corporal que emitimos.
Estos desajustes suelen cambiar la flora intestinal, que son el conjunto de bacterias que están en el intestino y que a su vez lo que hacen es estar en contacto con esos otros microorganismos que son decisivos en el olor que emite por ejemplo nuestro sudor.
El aumento de la sudoración es además un empujón más para que nuestro olor sea peor. Ya no solo es evitar los cambios bruscos de la alimentación, sino evitar determinadas sustancias que lo fomenten. Las más importantes y habituales en el día a día de cualquier persona son los picantes, los alimentos hipercalóricos y sobre todo el alcohol.
Éste último puede notarse tanto en el aliento como en los poros de la piel. Esto ocurre porque el cuerpo lo trata como una toxina y lo metaboliza de varias maneras: en su mayoría lo dirige hacia el hígado, pero una pequeña parte se expulsa en la orina, a través de los pulmones y por la piel a través del sudor.
Además, hay que recordar que nuestro olor corporal no solo viene definido por el sudor. Muchas personas se olvidan del aliento. Y es que no es importante lavarse bien lo boca por higiene y salud, sino también por imagen, ya que cualquier alimento puede suponer que expulsemos un olor desagradable.
Y encima, científicamente está probado que muchas veces se producen en la boca compuestos sulfurados volátiles que se incorporan al torrente sanguíneo y pueden llegar incluso a los alveolos pulmonares y por lo tanto afectar al olor del aire que expulsamos al respirar.
Los alimentos que son más favorables a crear estos compuestos sulfurados volátiles son los que tienen mayor contenido en azufre. Además de ingredientes como el brócoli o la coliflor, los más consumidos que tengan capacidad de producirlos son el ajo y la cebolla.
El mito es cierto y lo normal es combatirlo con higiene, especialmente bucal, y con una dieta equilibrada y rutinaria, sin variaciones bruscas, en la que el consumo de alcohol sea moderado.
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