Según los datos de Eurostat, los españoles somos los europeos que salimos a comer fuera de casa, una actividad con infinidad de connotaciones positivas, pero también dos negativas: menor control sobre lo que comemos, que tiende a ser menos ligero; y en algunos casos incluso aumento de peso. Por eso ofrecemos algunos trucos perfectos para comer fuera de casa sin dejar de ser saludable y sin caer en excesos:
1. Preguntar y pedir
Comer fuera de casa no significa perder un control completo sobre lo que comemos: en muchos casos, pedir variaciones sobre el menú no representará ningún inconveniente y asegura la ingesta de recetas ligeras. Además, explica Gala Almazán, psicóloga, no dejamos de ser comensales o de pagar por un servicio que tenemos derecho a recibir de la manera más correcta posible. Por tanto, se pueden hacer preguntas del tipo «¿me lo puede servir sin gratinar?», «¿me puede traer la ensalada sin aliñar?», «¿me puede hacer el filete a la plancha?», «¿puede cambiarme las patatas fritas por ensalada?».
2. Planificar
Pensar dónde se va a ir, cómo va a ser el sitio, si es tipo cóctel, menú cerrado, qué tipo de comida van a ofrecer buscando la carta por internet ayuda a ir haciéndonos una idea de las opciones que tenemos y de lo que vamos a comer (tipo y cantidad) para no dejarnos llevar por la improvisación o las influencias de otros y para estar confiados y seguros cuando vayamos a decidir. Asimismo, se puede pensar dónde sentarse, ya que los que están en los extremos de la mesa suelen tener menos acceso a los entrantes, bandejas, cestas de pan... que los que están en medio, de esta manera el sitio también nos lo pondrá más fácil.
3. Conocer los trucos básicos de la comida internacional
Hombre prevenido vale por dos y, en este caso, conocer las versiones saludables (e igualmente deliciosas) de la comida que se vaya a disfrutar es garantía de éxito, como explican los expertos de Kaiku para comer fuera de casa: “¿Mexicano? Que las fajitas sean de pollo y sin crema agria; ¿chino? Con arroz integral y verduras al vapor (y con palillos para comer más lentamente y masticar mejor); ¿curry? Mejor con base de caldo, con menos calorías que la leche de coco; ¿italiano? Con salsa de tomate”.
4. Compensar a lo largo del día: ejercicio + comida saludable
Comer fuera no significa abandonar todo placer culinario: ni pasando hambre todo el día para hacer hueco, ni optando por una opción light del menú que nos resulte poco apetecible. El truco está en comer lo que se desee y compensar durante el día con platos saludables que equilibren bien la proporción de grasas, hidratos de carbono y proteínas. Además, resulta recomendable incluir ese día una sesión de ejercicio, ya que el deporte no solo quema calorías sino que mantiene a raya el apetito.
5. Respiraciones
Hacer unas respiraciones abdominales reduce los niveles de activación para evitar comer con ansia o mucha cantidad además de ayudar a cortar con la actividad anterior o la preocupación por lo que se va a hacer después o todas las preocupaciones que pueden distraer la mente y llevarnos a comer de más.
6. Cinco comidas
Además de dar el aporte nutricional y energético necesario para afrontar el día a día y controlar la ansiedad de la comida. De esta forma, si hay que acudir a una comida pero ya hemos tomado algo de fruta a media mañana o si hemos merendado unos yogures antes de una cena se llega mucho más saciado y eso ayudará a comer menos y con más tranquilidad.
7. Tamaño de la ración
Hay que tener presente que las cantidades que ofrecen o sirven en muchos restaurantes son dos, tres o hasta cuatro veces superiores a las normales. Por eso, y si es posible, es preferible pedir medias raciones, platos para compartir o hacerse con un plato para servirse antes lo que se va a comer, lo que es muy útil cuando se sale de cóctel o picoteo ya que sirve como referencia o medida externa, de manera que después de haberse servido todo lo que se vaya a comer en el plato, podemos hacer una mejor idea de la cantidad total y una vez que se haya empezado a comer, no conviene repetir ni picotear más. Los especialistas del Método Thinking recomiendan evitar comer o picar de fuentes y platos ajenos así como prescindir de las aceitunas, pan o salsas que acompañan la comida. En el caso de que sobre comida, hay que tener claro que no hay que comérselo todo, al igual que no es necesario probarlo todo, pues posiblemente ya se ha comido suficiente y no hay que convertirse en «estómagos-basura».
Es muy importante comer con cabeza, tanto en casa como cuando se va a comer fuera de casa, masticando despacio, disfrutando de los sabores, dejando los cubiertos en la mesa, masticando varias veces, aprovechando para conversar con los demás comensales, mirándoles a los ojos y no a los platos, beber mientras, etc. Hay que evitar la lucha con la comida y focalizarse en el resto de las cosas: compañía, charla, diversión, ambiente… Es decir, no buscar el consuelo y la recompensa en la comida sino en todo lo demás. La sensación de saciedad tarda en llegar del estómago al cerebro unos 15-20 minutos por lo que si se come despacio, haciendo pausas de 20-30 segundos desde que se traga un bocado hasta el siguiente la saciedad se desencadenará antes y será más fácil dejar de comer cuando hayamos comido lo suficiente. Además, recomienda utilizar cubiertos pequeños o incluso palillos para comer más despacio y ser más consciente de las cantidades que se comen, lo cual es una herramienta muy útil cuando el menú consiste en tapas y pinchos.
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